Amalio Rey | 24/05/2012 11:23
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Amalio Rey |
Entrada Original en su blog Debemos alegrarnos, no está mal, es bueno que el espíritu de la Web Social sobrevuele también el reino de las empresas, y aterrice en todas las que pueda.
Sin embargo, me consta que en muchos sitios se está haciendo fatal, porque se vende como lo que no es. Algunos lo explican mal porque se han puesto a vender una cosa que no entienden; mientras que otros saben bien de qué va esto pero lo envuelven de marketing barato y tecnologías pomposas para intentar colarlo donde puedan. Hay estrés de facturación, y ya sabemos lo que eso significa.
Así que hoy voy a interrumpir mi seriado sobre Inteligencia Colectiva, que vengo escribiendo en mis últimos posts (301, 302 y 303), para haceros una listita de lo que nunca cuentan algunos que venden Empresa 2.0 (he subrayado "algunos" por respeto a los que hacen bien las cosas, que los hay).
Tomad nota, si queréis, por si las moscas:
- Que lo 2.0 es sobre todo una filosofía, una forma de pensar y hacer, y eso suena a humo si no se explica y demuestra bien. No es un programa de ordenador, ni un certificado, ni una plataforma de Social Media, ni nada que se venda como un paquete-de-soluciones-llave-en-mano. Y claro, contado así es más difícil de vender.
- Que lo 2.0 es un proceso, un camino, más que un resultado. No es un estado binario de 1.0 vs. 2.0, sino que hay que verlo como un continuo por el que se va avanzando en el tiempo, y de forma gradual.
- Que lo 2.0 es una cultura de gestión, y no una familia de tecnologías, así querequiere tiempo y paciencia. Es un cambio lento, no valen los atajos, ni la "lógica de campañas"; ni es algo que cale en tres meses. Por eso, una honesta gestión de expectativas desde el principio va a condicionar en buena medida que el cliente conceda el margen de tiempo necesario para que la cosa funcione.
- Que lo 2.0 necesita coherencia, y una armonía, al seguir ciertos principios. Hay piezas que no pueden faltar. Una de ellas es la confianza, que si falla, se rompe el encanto. Por eso has de saber que el arma más fiable para promover la filosofía 2.0 en cualquier organización es predicar con el ejemplo, porque la confianza es el resultado combinado de transparencia+coherencia. Así que no nos valen esos consultores 2.0 con maneras y hábitos de Gurús 1.0. Yo empezaría a desconfiar por ahí.
- Que lo 2.0 no es (únicamente) Social Media, ni Marketing 2.0, ni presencia en redes sociales. Todo eso puede formar parte del 2.0, y potenciarlo, pero no es el pollo del arroz con pollo. Es sólo el arroz. La gracia del plato, y de su sabor, lo ponen los procesos internos de gobernanza, una clara vocación de transparencia y un firme propósito de colocar a las personas en el centro de todo.
- Que la reputación 2.0 no consiste en una imagen buscada, sino atribuida. O si prefieres, es una mezcla de las dos, pero ni se te ocurra comprar consultoría que te prometa un cambio de imagen sin profundizar primero en tu identidad como empresa, en cómo te ves. El 2.0 cristaliza en lo que eres, y no en lo que cuentas, por muy listo que seamos parloteando en las redes sociales.
- Que el 2.0 trae consigo siempre una pérdida de control. Sí, esto vale la pena que lo repita mil veces. No creas a los consultores que te digan: "tranquilo/a, lo que vamos a hacer es cambiar un modo de control por otro". Es mentira, te están vendiendo 1.0 envuelto en envase social. Insisto en esto, porque me parece importante: si en los procesos de cambio 2.0 no notas esa incómoda sensación de pérdida de control, es que es puro maquillaje. Pero la buena noticia es que "perder control" no es necesariamente malo. Puede ser muy positivo, e incluso rentable.
- Que el 2.0 significa compartir protagonismos, y dejar que más gente salga en la foto. La marca-empresa adquiere otra naturaleza, porque se produce un trade-off con las marcas personales. Hay que replantearse esa obsesión tan empresarial por que la marca corporativa suplante y anule la identidad de las personas. En su lugar, la identidad de la empresa será la suma enriquecida de las identidades de sus personas, y eso es imposible que se entienda por muchos directivos que conozco, y a los que por esa misma razón nunca "le recetaría" 2.0.
- Que lo 2.0 es más un desafío de calidad, que de cantidad. Y esto repercute en el tipo de indicadores con los que pretendemos medir los resultados. Importan mucho los indicadores de esfuerzo, de proceso, porque son señales que ayudan a saber si vamos bien encaminados. Mucho de lo bueno en el 2.0 es intangible. Si buscamos un cambio cultural, que es lento, no podemos seguir usando los indicadores de siempre.
- Que en lo 2.0 se dan una gran diversidad de situaciones. No existe una única "hoja de ruta" que sirva para todo, sino respuestas específicas para cada organización. Por eso lo primero que se le debe exigir a un consultor 2.0 es que sea empático, que observe y pregunte primero en plan inmersivo, en vez de dar soluciones enlatadas.
- Que lo 2.0 no "se implanta", sino que "se facilita". Imponer dinámicas desde afuera choca frontalmente con la esencia de este modelo de gestión del cambio. No se pueden vender "implantaciones 2.0" como si se tratara de certificados de control de calidad.
Terminaré con dos ideas más, que me parecen importantes. La primera es que lo 2.0 no encaja bien con perfiles de directivos obsesionados con el control. Si eres de esos, mejor ni te metas, por mucho que te lo vendan como el Santo Grial. Para que esto cuaje se necesita creer profundamente en las personas, en que son buenas por naturaleza a menos que se demuestre lo contrario.
La segunda idea es que, para mí, el modo más sencillo de entender de qué va esto es definirlo como una filosofía de gestión que no se propone "implantar cambios" sino "crear las condiciones para que las cosas sucedan". Esto último me parece lo más distintivo, y por eso le llamo el mantra 2.0.