Se trata de vídeos publicados en Youtube, correos que aluden al origen o pasado de determinados líderes, las llamadas 'memes' que se hacen virales en WhatsApp, montajes fotográficos o vídeos de candidatos tropezando o exhibiendo algún tipo de carencia personal, académica o cultural.
Según explica Francisco Canals, periodista y director de Identidad Política.com, Internet tiene cada vez más capacidad para hablar de los personajes públicos les guste o no lo que se publique, y los 250 algoritmos de Google rastrean la información aplicando criterios como el de la variedad, la antigüedad o la popularidad, pero no la veracidad.
Este tipo de ataques son fruto de la actual Sociedad de la Información y del clima de crispación política que se vive en España, y el fenómeno se intensifica cuando se acerca una campaña electoral.
Se considera que los ataques reputacionales en política tienen su origen en Estados Unidos y ya en 1828 el demócrata Andrew Jackson y su rival político Quincy Adams protagonizaron una lucha desmedida por el poder. Desde esa época hurgar en el pasado de candidatos, buscar infidelidades, escándalos sexuales o facturas sin pagar se ha convertido en una tradición por parte de lobbies y detractores políticos.
En España citan como precedente el vídeo del Doberman que el PSOE lanzó contra el PP de José María Aznar y desde entonces los partidos no han dudado en publicar vídeos destinados a recopilar los aspectos más negativos de los candidatos; en ellos se difunden lapsus, tropiezos, declaraciones desafortunadas o supuestos vínculos con actividades ilícitas.
En paralelo, proliferan empresas especializadas en la lucha contra estas malas prácticas y contrarestar foros o vídeos que exhiben el pasado oscuro de candidatos. Se ocupan de intermediar ante los proveedores y portales de Internet para lograr la eliminación de contenidos perjudiciales, para dar de baja perfiles clonados o falsificados o para cerrar sitios web donde se publican delitos contra el honor.
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